“MAMÁ LOLITA”

Mamá Lolita, era  mi abuela, (te cuento esto, porque jamás la llamé abuela, ni la mayoría de sus nietos) ella era mi mamá, incluso mucho más, que la que me había traído al mundo, esto era simpático cuando al entrar al kínder, me preguntaban el nombre de mi mamá, y yo respondía: “tengo dos” y los niños abrían los ojos, y preguntaban ¿Por qué tenía yo dos mamás? y les explicaba que una era buena, y la amaba, y otra era mala, y me daba miedo. Era entonces sin saberlo, el principio de una doble vida, una que me llevaría a cometer muchos errores, pues  al tratar de negar mi realidad violenta, fui poco a poco negando a mi madre, hasta el grado de admitir que mi madre era mamá Lolita, y mi madre su hija, pero mía, mía esa mujer, no era nada.
¿Te cuento sobre mamá Lolita? Bueno, ella fue una de tres hijos que trajo al mundo mi bisabuela, ambas originarias de Los Reyes, Michoacán. Mamá Lolita también se crió con su abuela, porque su madre, un día que estaba lavando en el río, olvido por un rato al menor de sus hijos, y dicho sea de paso, el único varón, cuando termino de lavar busco a sus hijos,  encontrando solo a Dolores y Elisa, sin que ninguna le supiera decir donde estaba su hermanito. Pasado el rayo del sol y luego de buscarlo mucho, esa noche regreso a casa, sin su hijo, encontrándolo la mañana siguiente bajo el puente que cruzaba el río, con la pequeña cabeza atorada entre dos piedras. Su marido la abandono luego de este suceso, no podía perdonarle que su único hijo varón estuviera muerto por su descuido, y las niñas para él, no valían nada. Así que mi bisabuela dejo a sus hijas con su madre, y partió a la ciudad de México, buscando el bienestar de ella y sus hijas. Mientras tanto, en Michoacán, abuela y nietas pasaban carencias sin que estas importaran mucho, mi abuela me contaba que su abuela, sin dinero para comprarles juguetes, les hacía pequeñas muñecas con hojas de elote, y el cabello de estas, eran hechas de “jilote” o pelos de elote, muñecas que adoraban mi abuela y su hermana. Me contaba también, que su abuela solía preparar “morisqueta” (arroz cocido con sal en leche) y “moros con cristianos” (arroz con frijoles) acompañados de café de la olla y tortillas hechas a mano. Cuando llego a probar alguno de estos, siempre me llevan a los recuerdos de mi abuela, y a mis raíces.
Me contaba mi mamá Lolita, que un día regreso su madre por ellas, dejando a su abuelita con el corazón partido, pero siendo tan viejita, no podía seguir haciéndose cargo de las niñas, así que se despidió de ella y partió al lugar que sería su nuevo hogar. La ciudad de México en aquel entonces era más como un pueblo grande, con su tren, que cruzaba de lado a lado. Mi bisabuela y sus hijas, vendían tamales, así que se levantaban muy de madrugada, para tomar el tren a la merced, y comprar lo que hacía falta para preparar los tamales, para llegar a casa y ayudar a prepararlos y salir antes que el sol, a venderlos, mamá Lolita empezó una profesión que jamás dejaría, a sus 5 años, ya era comerciante.

En aquel entonces, ser madre soltera era muy mal visto por la sociedad, había que luchar mucho, por ganar respeto, mantener hijas, y conseguir dinero para todos los gastos, esta situación hizo que mi bisabuela, fuera la primera en la línea de mi familia, que utilizara la violencia física como método para educar, tratando inútilmente, que sus hijas no cometieran el error de casarse jóvenes; digo inútilmente, porque los constantes maltratos de mi bisabuela hicieron que mamá Lolita, siendo la menor de las hijas, se fuera de casa a los 13 años, con el hijo de un comerciante de fruta, que tenía varios locales en el mercado de San Ángel. Huyendo de los maltratos, llego a un matrimonio donde su marido la golpeaba, pero ella lo amaba; ella era menor que el por 7 años, él la llevo a conocer un mundo que ella no imagino, le compro bonitos vestidos, zapatillas, la llevo al salón de belleza, donde le hicieron bonitos peinados, y un día de esos, mamá Lolita le dio a su primer hija, esperando que la llegada de la bebe cambiara los malos modos del marido, cosa que no sucedió. El esposo de mamá Lolita, la amaba, pero estaba acostumbrado desde muy joven a beber y andar de fiesta, el padre de él también había golpeado a su madre, así que solo seguía el camino que su padre trazara a seguir. Con este matrimonio, llegaron 3 niñas, y 8 años de matrimonio, que llegaron a su fin un día que mamá Lolita no soporto más los golpes, y se fue a vivir sola con sus hijas, y repitiendo patrones, se dedicó a trabajar y  educar a sus hijos a golpes, justo como ella había crecido. Siguiendo entonces sin saberlo, la cadena que llegaría hasta más allá de sus nietos, una cadena de violencia, en aras de educar.