Una historia en una carta.

“Si te enamoras de alguien cuanto tu vida es un caos, lo más probable es que ambos terminen en el ojo de un huracán pasional.”

La que estas letras te envía lo hace como un homenaje a una historia que recuerda con mucho cariño, pese a las ácidas situaciones donde fuimos implicados.

Recuerdo la primera vez que nos vimos, era una simple invitación a tomar un café.
Durante la charla me percate de tus ojos verdes, enmarcados en unas hermosas pestañas rizadas, también que cuando sonríes aparecen unos hoyuelos muy tiernos en tus mejillas, tienes como un aire de niño-grande, que contrasta por completo con tu voz varonil y fuerte.
Yo te miraba y tú hablabas y hablabas de cosas que no me interesaban, tratabas de impresionarme y esa táctica nunca funciona conmigo.
Te pedí que te relajaras y hablaras de ti, de quien eras de verdad, de tú día a día y tus cosas comunes. La charla continuó y fuimos a dar a aquel pequeño karaoke.
Sabes bien que hasta ese momento yo tenía la idea de ti como un ser frívolo y egocéntrico. Lo había decidido, sería la última vez que saliera contigo.
Y de pronto toca tu turno de cantar… ¡Santo dios! Tu voz me enamoro, cante luego y brindamos no sé cuántas veces, tú, yo y unos amigos que ahí conocimos. El camino a casa fue maravilloso, música a todo volumen, tú y yo cantando juntos. Es verdad, tampoco yo deseaba que terminara, en la puerta de mi casa se dio el abrazo de despedida y yo dormí pensando en ti.
Apenas unos días después, algunas visitas, muchos mensajes y charlas en línea, me preguntaste si quería ir contigo a pasar el fin de semana a la playa -“Nada sexual, lo prometo, solo quiero tu compañía” ¿Recuerdas eso? La verdad no sé por qué acepte, eras un desconocido. Llegamos te duchaste, me duche, hablabas de un itinerario de actividades por hora ¡Controlador!
 “Nada de planear, vamos a caminar, quiero un helado y vemos que se nos antoja en el camino” fue lo que yo dije, caminamos, comimos helado, seguimos caminando, comimos y seguimos caminando, terminamos al final de la playa. De regreso al hotel, me puse mi pijama, me acosté junto de ti, me preguntaste si podías abrazarme, y luego te abrace yo a ti…el resto ya lo sabemos, (queda reservado para nosotros nada mas ¿vale?)
Lo demás es como de vértigo, más salidas, más risas, más abrazos más besos, más caricias y mucho, mucho sexo. Me perdía en tu piel, ardía de ganas de ti cada que te tenia frente a mí, tú te dejabas seducir, y terminábamos bañados en sudor y agitados, mis labios hinchados de tantos besos, y mi cuerpo cansado, pero jamás satisfecho de ti.
Luego vino diciembre, ¿vale la pena escribir el resto? Creo que no, tú y yo sabemos bien que paso, me fui por ti, regrese por ti. Jamás desee lastimar a nadie, pero cada día me sentía más hundida en ese fango moral. Estaba contigo con coraje, con pasión, con urgencia y con lascivia, como nunca sentí con nadie. Estaba enamorada de ti.

Un día te dije: con tres canciones me acuerdo de ti, te di los nombres, tú respondiste ¿Si? “Gracias” Ahí empezó el principio del fin.

Un día te fuiste, me enteras que estas en otro estado como un mes después y… que estabas enamorado como nunca en tu vida, te pedí que no me contaras más. Llore mucho muchísimo, y pensé en jamás volver dirigirte la palabra o dejar nuestra historia atrás y ser tu amiga. Decidí ser tu amiga.

Hemos pasado por pruebas de fuego, tentamos a la suerte, la verdad es: "Que lo que nunca fue no será". Dejemos de buscar el pasado, ya no existe.
Esta, es nuestra historia, que guardáremos con esta carta en un cajón.
Besos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario